sábado, 22 de noviembre de 2008

El pasado aún está por venir


Un poema de Floriano Martins


Versión castellana de Benjamín Valdivia


Nada tiene principio a donde vamos.
Una mínima noche se agota en sí misma.
Toda historia se disipa con el poniente.
Caminamos por las calles de un desierto en que el silencio no se enfurece con la ausencia de memoria
de la inmensidad que se ocupa de nuestros gestos más fugaces.
Tú no estás aquí para decir que siempre me amaste.
No hay nada más desconcertante en el olvido que los rumores de otra existencia.
¿Cuánto de lo que jamás fuimos cargamos dentro de nosotros como una garantía de indiferencia?
Mal pronunciamos las vislumbres de la identidad.
A donde vamos ninguna imagen nos reconoce.
La neutralidad absoluta en todos los idiomas.
No me esperes para romper el sello de tus inquietudes.
El infortunio transita como una ofrenda insospechada.
Todos somos las piezas marcadas de un juego que no se completa.
La morbidez ama sus luces decaídas.
Leemos complacientes las crónicas que nos embriagan de verosimilitud.
La realidad no tiene la menor idea del papel que desempeña en nuestras vidas.
Seguimos en camino hacia un lugar en que el caos se rehace considerando la apuración de los acontecimientos.
No me revelarás nada que ya no tenga yo disipado.
Libre de los quebrantos sentimentales.
Libre de los pronombres personales.
Avanzamos a lo largo de la clandestinidad ciudadana en que la ficción nos envició.
No hay lugar para lo que no sea la blanda arena de la escritura de los misales ante el bostezo del mar.
Lo que tiene de lícito en la belleza no depende de su edad.
Mi angustia se quiere estremecer en tus manos.
Corta el cerco.
Rasga el bloqueo.
No tienes que estar aquí.
No me puedes amar de esta manera.
A donde vamos nada será demasiado.
Soportarás el mundo absolutamente correcto
en descripciones de caminos que no se repiten
y anhelos al fin concretados de nunca volver a tocar en cualquier asunto.
El amor estará muerto cuando deje de repetirse.
No recordamos un engaño cometido ahora.
Ni sabemos qué es lo cierto.
Es posible que un día un poeta haya escrito que la muerte es una estatua.
La ficción se convierte en la única convicción
de que la realidad no puede ser molestada en sus caminos sin principio alguno.
No me amaste hasta aquí sino para escribir un libro.
No tenemos ninguna idea precisa de lo que somos.

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